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Boletín parroquial de la Catedral Inmaculada Concepción del Buen Viaje

#5 / Junio 2019

CARTA DEL PÁRROCO

Queridos amigos:

En todas partes del mundo la sociedad y la Iglesia como parte de ella se ha fragmentado profundamente. Este fenómeno de fragmentación se vive en nuestra patria con particular intensidad.

Somos Pueblo de Dios que peregrina en camino hacia el Reino. Una comunidad que se abre al mundo encontrando la presencia del Espíritu Santo que trabaja dentro y fuera de la Iglesia, en la libertad y la prosecución de la justicia.

Y es el Espiritu aquel que nos introduce en la Verdad, aquel que nos abre camino, es propio del espíritu abrir camino y el primer camino que nos abre es hacia el misterio de Dios.

La última cena Jesús comparte con sus discipulos su Cuerpo y su Sangre y la Palabra nos muestra una diferencia esencial entre lo dicho en el pan y lo dicho en el vino. Fray Timothy Radcliffe lo expresa así: “El pan es dado a los discípulos. «Esto es mi cuerpo entregado por ustedes» El compartir el cuerpo de Cristo reúne a la comunidad alrededor del altar. Esta es la pequeña comunidad de los amigos de Cristo, que han compartido su vida y ahora su muerte. Pero la copa de vino se bendice por «ustedes y por todos», como dice en la Eucaristía. Esta es la copa que Jesús no beberá otra vez hasta el Reino. Esperará hasta que toda la humanidad esté reunida en la comunión en Cristo.

Así el compartir del pan es centrípeto, puede decir alguien. Nos reúne en la comunidad de amigos de Cristo y discípulos. Es un signo de esa vida interior de la iglesia que es tan crucial para los cristianos.

Pero la copa de vino es centrífuga. Expresa el empuje exterior, que es tan importante para ser Iglesia en salida, el llegar al corazón de toda humanidad, preparada para recibir el Espíritu Santo obrando en todos los pueblos.

El sacramento central de la iglesia, el signo de nuestra casa compartida, tiene así este ritmo doble. Reúne en y lanza fuera. Es como respirar. Aspiramos y exhalamos. ¡Si sólo vaciáramos los pulmones o si sólo los llenamos, entonces moriríamos!”

El espíritu es el que nos conduce, también nos lleva por el camino hacia toda periferia humana: la del no conocimiento de Dios de tanta gente, la de la injusticia, la del dolor, la de la soledad, la del sin sentido de la vida, tantas periferias existenciales que debemos evangelizar, pero es el espíritu el que nos ha de llevar allí. Por lo tanto este espíritu que nos introduce por un lado en el misterio de Dios para que su Iglesia sea adoradora y orante y por otro lado nos dispersa hacia toda periferia existencial para que su Iglesia sea evangelizadora. Este espíritu por otro lado es el creador de la diversidad de la Iglesia y va sembrando carismas a uno una cosa, al otro la otra a otro otra y a la comunidad la va haciendo lo más diversa posible y mientras siembra la diversidad, amasa la unidad en la armonía porque El es la armonía. Esto es lo que nos promete Jesús, esto es lo que nos va a mandar, este espíritu. Un espíritu que nos libra de la suficiencia del propio conocimiento la que nos lleva a la gnosis. Un espíritu que al empujarnos a la evangelización, nos libra de constituirnos en una iglesia autorreferencial.

Me animo en este tiempo sinodal en el que le pedimos a la Virgen del Buen Viaje que nos “ayude a renovar métodos y estructuras; fortaleciendo la fraternidad y el entusiasmo” que la escucha de lugar a la conversación una palabra de particular belleza Su significado original era “vivir juntos”, “compartir una vida”. La conversación vino a significar hablar uno con otro, porque es hablando uno con otro como construimos la comunidad.

Una vida compartida significa palabras compartidas. Así que la iglesia se mantiene en unidad por los millones de conversaciones que cruzan las fronteras y los muros que muchas veces construimos y a superas las divisiones.

Como posta del camino los esperamos con las puertas abiertas y el corazón dispuesto.

Padre Martín Bernal
Cura Párroco