A comienzos del siglo XVII, como defensa contra las depredaciones de los indios, se levantaron varios fortines rodeando Buenos Aires, uno de los cuales se ubicó sobre una loma en donde hoy se alza la ciudad de Morón. Más tarde, por ser paso obligado hacia el norte y el oeste, se instaló en las cercanías una posta, erigiéndose un pequeño oratorio dedicado a la Inmaculada Concepción. Allí, se postraban a orar los viajeros al marchar hacia las, por entonces, inhóspitas regiones; y en actitud de agradecimiento, al regresar de ellas. Luego, los Jesuitas, que tenían por Patrona a la Virgen Viajera de Loreto, llevaron al lugar su culto, con la denominación de Nuestra Señora de Loreto o del Buen Viaje, instalando en la humilde Capillita una imagen labrada por los Padres de la Compañía, que es la misma que hoy se venera en la Catedral de Morón.
Por 1727, Don Francisco de Merlo hizo levantar en su hacienda de aquel pago, un oratorio para uso de su familia y sus colonos, dedicándoselo a Nuestra Señora de la Concepción del Camino. Tres años después, el Cabildo Eclesiástico dispuso construir seis Parroquias, una de ellas en el pago de La Matanza. Merlo fue llamado por el gobernador Zabala, quien le pidió el oratorio para tal fin, pero como Don Francisco pensaba donarlo a la Orden de la Merced, lo prestó por unos años. Aquel plazo se prolongó considerablemente. Recién en 1776 fue inaugurada la nueva Iglesia, en el mismo lugar que ocupaba el Fortín, y en la que se entronizó la antigua imagen de Nuestra Señora del Buen Viaje.
Con el tiempo, por el camino real, el tránsito había ido intensificándose mucho, y paralelamente, la población del lugar registraba constante aumento. En 1812, de paso para hacerse cargo del ejército del norte, Belgrano se detuvo allí a orar. E igualmente, en 1824, postrado ante la santa imagen, en un alto del camino hacia Chile, oró Juan Mastai Ferretti, quien llegaría a ser el Papa Pío IX.
Aunque reparado varias veces, el Templo se fue deteriorando y en 1852 se derrumbó parte del mismo. Por gracia de Dios, la imagen quedó intacta. Ese año, se había hecho cargo del curado, el P. Francisco Romero, quien se abocó a la tarea de erigir otro Templo. Construido sobre la base anterior, el nuevo Templo se inauguró en marzo de 1854. Pero en el 68, el P. Romero decidió que la creciente importancia del pueblo exigía una Iglesia más amplia, e hizo erigir otra que, tras algunas reformas, es la que hoy constituye un orgullo para los moronenses.
Consagrado en 1945, en el 57, el Papa Pío XII la erigió en Iglesia Catedral, siendo su primer Obispo Mons. Miguel Raspanti, quien pidió y obtuvo del nuevo Pontífice, Juan XXIII, la gracia de la Coronación, que se llevó a cabo el 19 de noviembre de 1961. Ese día, por la tarde llegaron el Presidente de la Nación y el Cardenal Primado, que representaba al Papa, junto con muchos otros ilustres visitantes. A la hora fijada, el Obispo Diocesano salió del Templo portando la magnífica corona, seguido del Cardenal.
Luego hizo su aparición Nuestra Señora Inmaculada del Buen Viaje, conducida en una carroza hacia el trono levantado en la plaza, y cerrando el cortejo los Granaderos de San Martín, y muchos gauchos luciendo sus mejores galas. Ya en el estrado, y leídas las Bulas Pontificias, el Cardenal procedió a la Coronación, en tanto el Obispo hacía la ofrenda. “Así, como eres coronada en tierra por nuestras manos, merezcamos ser coronados en el Cielo de gloria y honor por nuestro Señor”.
Hoy, luciendo sus atributos de Reina, nuestra amadísima Patrona sigue derramando sus dones sobre nosotros, como lo hiciera antaño, desde el humilde oratorio de la antigua posta.