La fiesta del Espíritu Santo

El domingo 19 de mayo en la celebración de Pentecostés, el Papa Francisco compartió con la feligresía las siguientes palabras: “Hoy, Solemnidad de Pentecostés, celebramos el descenso del Espíritu Santo sobre María y sobre los apóstoles. En el Evangelio de la liturgia, Jesús habla del Espíritu Santo, y dice que Él nos enseña “todo lo que ha oído” (cfr. Jn 16,13). Pero, ¿qué significa esta expresión? ¿Qué ha escuchado el Espíritu Santo? ¿De qué nos habla?

Nos habla con palabras que expresan sentimientos maravillosos, como el afecto, la gratitud, la confianza, la misericordia. Palabras que nos permiten conocer una relación bella, luminosa, concreta y duradera, como es el Amor eterno de Dios: las palabras que el Padre y el Hijo se dicen. Son precisamente las palabras transformadoras del amor las que el Espíritu Santo repite en nuestro interior, y las que nos hace bien escuchar, porque estas palabras hacen nacer y crecer en nuestro corazón los mismos sentimientos y los mismos propósitos: son palabras fecundas”.
En nuestra Parroquia el sábado 18 de mayo, en la celebración de la vigilia de Pentecostés, el padre Martín Bernal nos invitaba a comprometernos y nos recordaba que: “en este Pentecostés volvimos al lugar de donde salimos al comenzar la Pascua, al cenáculo, al cenáculo cerrado y a ese Jesús que irrumpe para saludar con la paz, para mostrar sus heridas y para enviar a perdonar. Y todo eso no se puede hacer de la boca para afuera, todo eso tiene que ver con el adentro y, todo eso a veces se nos hace de una dificultad inalcanzable. A eso viene el Espíritu Santo (…) No sólo en la vida hay cosas feas o que nos tocan cosas feas, sino que también hay cosas lindas solo que a veces no las podemos ver. A veces tenemos la mirada centrada en lo que no fue, en lo que faltó, en lo que no llegó. Que el Señor nos derrame en este espíritu esa capacidad para que, en un mundo híper conectado, corra en medio de eso la verdad, la ternura, la solidaridad”.

La fiesta de Pentecostés, es el segundo domingo más importante del año litúrgico en donde los cristianos tenemos la oportunidad de vivir intensamente la relación existente entre la Resurrección de Cristo, su Ascensión y la venida del Espíritu Santo.

Es bueno tener presente, entonces, que todo el tiempo de Pascua es, también, tiempo del Espíritu Santo, Espíritu que es fruto de la Pascua, que estuvo en el nacimiento de la Iglesia y que, además, siempre estará presente entre nosotros, inspirando nuestra vida, renovando nuestro interior e impulsándonos a ser testigos en medio de la realidad que nos corresponde vivir.


Por su parte, nuestro Obispo, Monseñor Jorge Vázquez, en el marco de la Solemnidad de Pentecostés del domingo 19 de mayo, decía que “hoy nosotros estamos reunidos, prolongando ese primer encuentro de los qué son nuestros padres en la fe, los apóstoles. Prolongando ese momento en qué esa reunión trajo la comunión, la comunicación y el valor y la fuerza, con ese soplo del espíritu, animando a salir, a llevar el evangelio a todos (…) La alegría de Jesús, es el único qué te va a dar ese sentido de la vida, qué después se expresa en el gozo, el fue enviado y nos es comunicado por el don del espíritu santo. Hoy nosotros queremos abrir nuestro corazón a esa efusión del espíritu, el espíritu es Dios (…) El padre Jesús envía en el espíritu, ese espíritu de reconciliación, es el espíritu qué vence al mal, qué nos hace hermanos y somos hijos amados por Dios. Y ese amor sigue vivo y nos sigue siendo ofrecido”.

Catedral de Morón

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