CORO DE NIÑECES MUNICIPAL CIUDAD DE ITUZAINGÓ El coro de niñeces Ciudad de Ituzaingó, lleva representando al municipio hace 28 años. De la mano de su director, Alejandro Fernández Cordaro, han participado de innumerables conciertos, destacando por su variado repertorio popular.
CORO DEL COLEGIO SAN FERNANDO DE HURLINGHAM El coro del Colegio San Fernando fue fundado por el Mtro. Claudio Sanseverino en 1986. Desde 2011 y hasta la actualidad, su directora es la Prof. Silvia Navarro. La actividad coral convoca a niños entre los 8 y los 11 años, y busca desde esa práctica musicalizar las infancias. El coro es un espacio donde la voz de cada niño crece en el encuentro con el otro. Y se proyecta a la comunidad en cada concierto y presentación. A lo largo de estos 38 años el coro del Colegio San Fernando ha participado de distintos conciertos y ciclos corales como » Niños Cantores de Hurlingham «, » ECO Encuentro de Coros y Orquestas», » Primaveras musicales» , » Crecer cantando» y » Los niños cantan en La Matanza».
CORO INFANTIL DE LA MUNICIPALIDAD DE HURLINGHAM Creado en el año 2002 por la Mtra. Adriana Ottone con apoyo de la Secretaria de Cultura de la Municipalidad de Hurlingham, como parte de la estructura coral de dicho municipio para promover además de la expresión artística, la formación profesional como semillero de los coros Juvenil y Estable. En el año 2007 asume la dirección el Mtro. Pablo Rodríguez, con la subdirección de la Mtra. Yamila Pereyra. En su amplia trayectoria ha participando de numerosos conciertos en CABA y Provincia de Buenos Aires que incluyen la Iglesia Metodista Central, Centro Cultural Leopoldo Marechal, Facultad de Derecho de la UBA, Catedral de Tandil, entre otros. Fue coro invitado durante varios años a la cena gala a beneficio del Hospital de Niños Padre Elizalde (ex Casa Cuna). En el año 2019 es convocado a participar de la ópera Tosca, de Giacomo Puccini, como parte de OFEBA (Ópera Festival Buenos Aires) con dirección artística de la Mtra. Graciela de Gyldenfeldt, dirección musical de Helge Dorsch, con puesta en escena a cargo de Boris y vestuario de Mariela Daga, presentándose en la Usina del Arte y Teatro Roma.
Coro de niños “Nuestra Señora de Luján” El Coro de Niños “Nuestra Señora de Luján” fue fundado por su directora, Mónica Lermán, en el año 1998 con el objetivo de brindar a los alumnos del colegio Parroquial Nuestra Señora de Luján de Morón un espacio para el desarrollo artístico en un contexto coral. Desde su creación ha experimentado un continuo crecimiento, tanto cuantitativa como cualitativamente Se integra cada año como producto de una convocatoria abierta y bajo el lema “todos podemos cantar”. Actualmente la agrupación está conformada por niños de entre 9 y 12 años, alumnos de la escuela primaria. Contando también con un Coro en Preparación integrado por chicos de entre 6 y 8 años. Ambos coros están enmarcados en el Proyecto Institucional “Escuela de Canto Coral”, que atraviesa a todo el colegio Nuestra Señora de Luján y consiste en diferentes talleres llevados a cabo por la prof. Mónica Lermán, cuyo principal objetivo es difundir la actividad coral , revalorizándola y teniendo en cuenta que a través de ella el niño logra expresarse, a nivel artístico y emocional.
Madre enséñanos a ser un pueblo y una Iglesia hospitalaria y acogedora, a hacer honor a nuestra misión de ser la posta, el descanso, el refugio, el auxilio, el ánimo que anima a los caminantes.
Este esquema es solo una propuesta, que puede adaptarse según convenga las circunstancias. La novena tiene distintos temas, que están acompañados por una cita bíblica. Tiene dos momentos, uno personal o comunitario de preparación para meditar el tema, y un segundo momento celebrativo en el templo. La propuesta sería:
Primer momento de preparación
Ponerse en presencia de Dios y Oración inicial a la Virgen del Buen Viaje
Cita bíblica
Reflexión y actualización del tema
Preguntas para ir meditándolo en la propia vida personal y comunitariamente.
Segundo momento celebrativo
Ponerse en la presencia de Dios y Oración a la Virgen del Buen Viaje
Cada día puede tener una intención especial
Acción de gracias por algún fruto de la meditación del día
Se puede seguir con el rezo del rosario, o con Padrenuestro, Avemaría y Gloria
Oración de conclusión a la Virgen del Buen Viaje
Día 7: Posta de caminantes como buscadores de Dios que reciben “como a Cristo”Mt. 25, 31-46
La posta de caminantes tiene el desafío de integrar un aspecto estático (la posta) y otro dinámico (los caminantes que pasan). Para los caminantes, tener un lugar que ofrezca cierta estabilidad, es una posibilidad de descanso y fortalecimiento para continuar su camino. Y si, además, eso que proporciona estabilidad es la experiencia de Dios, mucho más todavía. No es una simple parada de servicios. Después de tantas situaciones del camino y de tantas demandas del mundo, la posta puede ofrecer un espacio y un tiempo para volver a concentrarse en Dios y en su voluntad. Lo mejor y lo más grande que puede ofrecer la posta es la experiencia de una comunidad de Dios y de oración. La regla de san Benito es un texto dirigido a hombres que buscan a Dios viviendo en comunidad. En el capítulo cuarto, propone el monasterio como un taller que tiene “instrumentos de buenas obras… para el arte espiritual”. La posta de caminantes también podría ser ese tipo de taller. Además, en la Regla también encontramos un capítulo dedicado a la acogida de los huéspedes (Cap 53). Se divide en dos partes. En la primera (vv 1-15), encontramos el fundamento bíblico y se describe el ritual de la acogida de los huéspedes. En la segunda (vv 16-24), lo que importa son las repercusiones que su acogida puede tener en el ámbito de la vida comunitaria. Benito piensa en los problemas concretos que el ejercicio de la hospitalidad plantea a los hermanos a fin de que la vida comunitaria no resulte perturbada en su normal desarrollo por la presencia, necesidades y exigencias de personas ajenas a la comunidad. En la primera parte del capítulo se concentra en poder recibir “como a Cristo”. A todo el que se presente se lo ha de recibir de este modo, porque “era forastero, y me acogieron” (Mt. 25,35). Así de fuerte es la afirmación. Recibir a un peregrino, a alguien que está de camino por tierras extranjeras, y poder ver en él al mismo Cristo, es un profundo acto de fe. Porque eso es aplicable a todas las personas, y especialmente a los pobres porque en ellos se recibe a Cristo de un modo especial. La hospitalidad es, ante todo, un acto de fe en Cristo recibido en el huésped. El huésped es Cristo: Cristo recibido, servido con amor. No se trata solamente de proclamar que en todo ser humano habita Cristo, sino también el ejercicio de reconocerlo concretamente en cada uno que llega. Buscar a Cristo en el hermano, en todo el que me encuentre, y ejercitar con él un servicio de amor. Para el que recibe, el huésped es la oportunidad de poner en práctica los mandamientos del Señor. Este trabajo exige para sí mismo una atención incesante, un corazón y un espíritu sin división. Pero no se trata de recibir indiscriminadamente a los huéspedes. No se trata de mundanizar la casa de Dios, sino de introducir en ella al que viene del mundo, librándolo de la carga mundana. Se recibe al que llega, aceptando lo que tiene de Dios, pero no incorporando lo que tenga de pecado y de mundo. Abrir la puerta para dejar entrar tiene la riqueza y el peligro del que llega. Porque también quien recibe tiene en su corazón riqueza y peligro en su humanidad. Y el ruido del mundo puede volver a su corazón. Por eso, antes de establecer un vínculo desde humanidades frágiles y pecadoras, se invita a rezar juntos y dar un saludo de paz (v. 4). De ese modo, el deseo del encuentro será entre personas regeneradas por Dios y que hacia él quieren orientar su vida. Pero la oración también invita a dar gracias a Dios por ese encuentro, mirándolo desde un aspecto providente. Dios ha querido encontrarnos. El punto de encuentro no debe ser el mundo, sino Dios. Y por eso, quien recibe no puede dejar de preguntarse lo que Dios quiere regalarle con esa presencia. Así como la oración viene antes de la paz, también “la lectura de la Palabra de Dios” debe preceder a las “señales de humanidad” y atenciones que podemos ofrecerle (v. 9). Nuevamente se hace al huésped el honor de considerarlo más que un hombre de mundo, tratarlo como a un hombre espiritual y por eso le ofrece lo mejor de la vida del monje. Lo trata como a uno de los suyos y lo edifica con la Palabra de Dios. De ese modo, aun al huésped secular, se le presenta el misterio de Cristo escondido en él, como también su propia vocación de escuchar a Dios y responderle, a oír la Escritura y orar. Aún cuando el huésped no crea en sus posibilidades religiosas, se lo invita a realizarla. A quien recibe se lo invita a mostrar humildad. Es una llamada a la conversión de toda posible soberbia, de considerarse más que los demás, aun cuando pueda pensarlo con buenas intenciones. Porque “toda exaltación de sí mismo es una forma de soberbia” (RB 7). Nada nos aleja más de Dios y los hermanos que la soberbia, por eso se lucha contra ella. Benito propone el ejercicio de la humildad. Y ésta sólo es posible haciendo actos en un cuerpo y alma que se abaja, imitando al Señor y teniendo sus mismos sentimientos: “a pesar de su condición divina, no hizo alarde de ser igual a Dios; sino que se vació de sí mismo y tomó la condición de esclavo haciéndose semejante a los hombres y mostrándose en figura humana se humilló, se hizo obediente a la muerte, y una muerte en cruz” (Flp 2, 5-8). Si la tendencia natural del ser humano es a elevarse, la de Dios será abajarse. Dios nos ama, primero, aceptándonos como somos. Si podemos ser humildes con nuestra vida, también podremos serlo con la vida de los demás. Ese sentido de abajamiento es el que está a la base de los actos de humildad que propone: cabeza inclinada, el cuerpo postrado en tierra, adorar en el huésped a Cristo (v. 7). En la segunda parte del capítulo la atención se pone en el cuidado de la casa, y del corazón del monje. Considera las repercusiones que el hospedaje puede provocar en la comunidad. El ser contemplativo no aleja a Benito en una abstracción alejada del mundo, sino al contrario, le permite conocerlo en mayor profundidad. Por eso se fija en los aspectos positivos y negativos del mundo fuera del monasterio. No demoniza ni canoniza. Por eso, se habla de acogida y separación. El espíritu de la regla nos invita a pensar en cuanto cuidamos el lugar que queremos sea de Dios. Si lo construimos con criterios evangélicos como anticipo del reino y si lo cuidamos del mundo. La preocupación es acoger al que viene del mundo sin dar lugar al mundo. La que acoge es una verdadera casa de Dios, y no debe perder nada de su carácter religioso por el hecho de la recepción. Lejos de ser el mundo el que haga entrar en ella su espíritu, es ella la que debe comunicar el Espíritu de Cristo a los que acoge. El hospedaje no puede asimilarse a la hospitalidad secular, o a las dinámicas hoteleras. Las conversaciones, aunque amistosas, deben buscarse dirigirlas hacia Dios. Para participar de la casa de Dios, es necesaria la conversión y es parte de la invitación que se le hace al huésped. No se puede entrar y seguir con la misma vida del mundo. Por eso querer entrar requiere también de una decisión de cambio hacia Dios dejando la vida de pecado. No como un criterio selectivo, elitista o sectario, sino como la mejor propuesta para su vida y para que pueda vivir en plenitud. La propuesta de la casa de Dios es ofrecer un lugar y un tiempo donde pueda renunciar al pecado y vivir para él. Los que viven en la posta, los monjes, son los buscadores de Dios. Ellos pueden vivir la bienaventuranza: “felices los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios”. La separación es vista en orden a un bien de crecimiento espiritual. Y de ese modo, también actúan sobre los hombres del mundo. La regla no habla de apostolado, en el sentido contemporáneo de la palabra, pero prescribe la edificación del huésped y viviendo la fe en presencia de los hombres es como el monje actúa sobre ellos. La hospitalidad monástica es, después de la vida en oración, el apostolado más específico. El monasterio abre sus puertas y en especial su corazón a todos aquellos hombres que buscan reencontrase con el Señor en un tiempo fuerte de oración y reflexión. De este modo, la hospitalidad genera un doble movimiento. El primero, hacia adentro. El huésped viene buscando una experiencia de la trascendencia de Dios a través del contacto con una comunidad de creyentes, y el monje encuentra al Señor en ese hombre que al visitarlo y al hacerle partícipe directa e indirectamente de sus penas y alegrías, motivará también su oración. El segundo movimiento es hacia afuera. El huésped regresará a su ambiente habitual, reconciliado con Dios y reafirmado en su camino. El monje a su vez se sentirá más encarnado y comprometido con las realidades de los hombres, superando así el orgullo del aislamiento y el egoísmo del desinterés, que siempre lo asechan. La “posta” puede vivirse como una comunidad de creyentes que buscan a Dios y enseñan a buscarlo, en su corazón, en la presencia de los hermanos y de los que llegan. Una experiencia que se basa más en el trabajo de acciones espirituales que en los discursos, que busca más que persuadir, contagiar lo que vive. Una comunidad que puede compartir la experiencia de Dios en su vida y que quiere vivir en su presencia. Un tiempo y un lugar de Dios que impacte al mundo. Desde ese centro de irradiación comunitaria, todo el que llega puede experimentar la presencia del Señor, en él, en los otros, en el mundo. La conversión será así una consecuencia natural fruto de este encuentro, que invitará a los caminantes a que confirmen, fortalezcan o reorienten el camino de sus vidas hacia Dios.
Revisemos nuestro hospedaje como comunidad que busca y enseña a buscar a Dios
¿Buscamos ser una comunidad de Dios y de oración? ¿Qué instrumentos tenemos para que crezca nuestra espiritualidad? ¿Cuidamos la posta para que se mantenga como casa de Dios?
¿Vemos y tratamos al que llega “como a Cristo”? ¿Lo servimos con el amor que serviríamos al Señor? ¿Ayudamos al que llega a liberar de la carga del mundo? ¿Sabemos cuidarnos para no contagiarnos de esa mundanidad? ¿Rezamos antes de todo inicio de encuentro para que el Señor lo presida?
¿Nos mostramos humildes y con gestos de humildad? ¿Me pregunto qué quiere regalarme Dios con el encuentro de esa persona que llega?
¿Trato al que llega como un hombre espiritual, aun cuando él no lo haga? ¿Le ofrecemos la Palabra de Dios? ¿Buscamos colaborar con la edificación del que llega? ¿Lo invitamos a la conversión?
¿Encuentran en nosotros hombres de oración que desean y buscan a Dios? ¿Enseñamos a buscarlo? ¿Las inquietudes que traen se transforman en nuestra oración?
Madre enséñanos a ser un pueblo y una Iglesia hospitalaria y acogedora, a hacer honor a nuestra misión de ser la posta, el descanso, el refugio, el auxilio, el ánimo que anima a los caminantes.
Este esquema es solo una propuesta, que puede adaptarse según convenga las circunstancias. La novena tiene distintos temas, que están acompañados por una cita bíblica. Tiene dos momentos, uno personal o comunitario de preparación para meditar el tema, y un segundo momento celebrativo en el templo. La propuesta sería:
Primer momento de preparación
Ponerse en presencia de Dios y Oración inicial a la Virgen del Buen Viaje.
Cita bíblica.
Reflexión y actualización del tema.
Preguntas para ir meditándolo en la propia vida personal y comunitariamente.
Segundo momento celebrativo
Ponerse en la presencia de Dios y Oración a la Virgen del Buen Viaje.
Cada día puede tener una intención especial.
Acción de gracias por algún fruto de la meditación del día.
Se puede seguir con el rezo del rosario, o con Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Oración de conclusión a la Virgen del Buen Viaje.
Día 6 La posta de caminantes como hospital de campaña Lc. 10, 25-37
En el año 2013, el P Spadaro en una entrevista le preguntaba a Francisco: “¿De qué tiene la Iglesia mayor necesidad en este momento histórico? ¿Hacen falta reformas? ¿Cuáles serían sus deseos para la Iglesia de los próximos años? ¿Qué Iglesia ´sueña´?”. Francisco respondió: “Veo con claridad que lo que la Iglesia necesita con mayor urgencia hoy es una capacidad de curar heridas y dar calor a los corazones de los fieles, cercanía, proximidad. Veo a la Iglesia como un hospital de campaña tras una batalla. ¡Qué inútil es preguntarle a un herido si tiene altos el colesterol o el azúcar! Hay que curarle las heridas. Ya hablaremos luego del resto. Curar heridas, curar heridas… Y hay que comenzar por lo más elemental”. Francisco, con los pies en la tierra, piensa en las heridas que hoy nos tocan vivir, para después poder caminar hacia algún lugar. También a nosotros nos toca pensar en esto, en el momento presente que nos toca y las respuestas que debemos dar. No las que nos gustaría, no las ideales hacia las que podríamos tender. Las que hoy tenemos que atender. Incluso las más incómodas y cuestionadoras. Eso puede requerir dejar o posponer grandes proyectos para acompañar a los que más necesitan. La mirada que Francisco tiene sobre la Iglesia está contextualizada, y es por eso que dice “Iglesia como un hospital de campaña tras una batalla”. No idealiza ni espiritualiza. La que está gravemente herida hoy es la mismísima vida humana, su posibilidad, su legitimidad y sentido. Es importante preguntarse entonces, para discernir qué es lo que la ha herido y la sigue hiriendo, cual es la batalla a la que puede referirse el Papa. Si la Iglesia es posta de caminantes, no podemos hablar de caminos futuros si no nos ocupamos de las heridas presentes. Abordar el tema de las heridas no nos tiene que hacer caer en la tentación de que todo está mal o perdido. En el presente también hay muchas y hermosas realidades, fruto de la creatividad y de los distintos avances humanos. Pero será necesario discernir para evitar pesimismos o falsos optimismos. Por eso es necesario discernir evangélicamente la herida profunda que lastima a la humanidad del hombre actual. Hay que ir en búsqueda de la herida epocal. En primer lugar, podemos pensar que la herida del mundo tiene que ver con una crisis de la economía provocada por la importancia que se la ha llegado a dar. Desde ella, cada vez más, se comprende toda la realidad, y reduce al ser humano como mero homo economicus, un ser de producción y consumo, sometido a los deseos y apetitos básicos y competencia, que genera explotación del hombre por el hombre. Es lo que Francisco llama la cultura del descarte: “hemos dado inicio a la cultura del ´descarte´ que, además, se promueve. Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y de la opresión, sino de algo nuevo: con la exclusión queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está en ella abajo, en la periferia, o sin poder, sino que se está afuera. Los excluidos no son ´explotados´ sino desechos, ´sobrantes´”. En esta nueva situación sufren los pobres, y también los ricos que son esclavos de posesiones y posiciones. Pero se puede dar un paso hacia una herida más profunda, y que, de algún modo, explica la anterior. “En la crisis de la economía se manifiesta una crisis antropológica, una crisis acerca de la comprensión que el hombre actual tiene de sí mismo”. La racionalidad que junto a la tecnología posibilita al ser humano dar pasos agigantados, le quita también la posibilidad de tomar conciencia, de darse cuenta lo que está pasando y lo que está pasándole. Es el corazón humano quien se enferma, padeciendo los devastadores efectos de la compulsión y del impulso irresistible, que generan depresión, tristeza, y, en lo más profundo, una inconsolable ausencia que afecta al hombre y a Dios. Al hombre, ausencia de lo que hace humano al ser humano. La crisis de racionalidad lo que provoca es que la verdad que antes nos sostenía, ahora somos nosotros quienes tenemos que sostenerla. El peso de la existencia deviene en un modo de vivir “libre” donde no se suma ningún compromiso (visto como un peso), se espera que “alguien” resuelva los propios problemas (me quiten el peso), o simplemente armar un “mundo cómodo” pensando que lo desechado deja de existir (eliminar peso cortando realidad). La herida, que nos hiere y nos duele, es la de tener que replantearnos nuestra manera de ser humanos. Como nunca, se cargan las tintas en la obligación del hombre de tener que interpretarse a sí mismo de modo exhaustivo y acabado. Podría ser una hermosa oportunidad, pero se vive como una tarea que se lleva adelante con la bronca de lo que no fue, la tristeza de lo que no somos, y la angustia de buscar seguridades en medio de la incertidumbre de no saber hacia dónde ir. Estas crisis convergentes que llevan a eclipsar el sujeto moderno nos dejan en una pregunta ¿quién ocupará ese lugar vacío? ¿Qué nueva comprensión e interpretación del hombre? No se puede eludir esta situación que heredamos y en la que estamos inmersos. La caída del humanismo progresista ha generado un anti-humanismo o post humanismo, la muerte de Dios y del hombre, y eso ha dejado una herida que aún debemos preguntarnos como asumirla y sanar. En el vacío o vaciamiento también está la oportunidad de la conversión y purificación idolátrica. Es una situación difícil, inédita, pero como dice Francisco: “en todos los momentos de la historia están presentes la debilidad humana, la búsqueda enfermiza de sí mismo, el egoísmo cómodo y, en definitiva, la concupiscencia que nos acecha a todos. Eso está siempre, con un ropaje o con otro; viene del límite humano más que de las circunstancias. Entonces, no digamos que hoy es más difícil; es distinto”. El nuevo “apostolado” de la Iglesia hospital de campaña es el de ser capaz de curar heridas. Y esa tarea no pasa por discursos, sino por acciones concretas que comprometen la vida de quien necesita ser sanado. Para este nuevo apostolado, también es necesario aprender a preguntar: “Que inútil es preguntarle a un herido si tiene altos el colesterol o el azúcar…” ¡Y cuantas veces hacemos preguntas tan inútiles! ¡Cuántas preguntas inútiles para sentir que nos ocupamos, sabiendo que esquivamos lo que realmente tendríamos que preguntar! Hacer preguntas verdaderas, incisivas, que ayuden a exponer la vida que se quiere acompañar y sanar. Solo sabe preguntar quién primero no tuvo miedo de aprender a preguntarse. Tampoco habrá que preguntar si no vamos a querer responder, ni decir soluciones de las que no nos vamos a comprometer. “Supongan que un hermano o hermana andan medio desnudos, o sin el alimento necesario, y uno de ustedes le dice: vayan en paz, abríguense y coman todo lo que quieran; pero no les dan lo que sus cuerpos necesitan, ¿de qué sirve?” (Sant 2,15) Aprender a acompañar las heridas no puede convertirse en un consultorio egocéntrico de alguien que disfruta de dar “las verdades de la vida”. Acompañar las heridas supone obras, y la generosidad de estar dispuesto a completar algo de lo que el herido no puede asumir por el momento. La motivación de hacerlo no es la vanidad, sino Dios que lo ha hecho antes por nosotros. Entrar en el campo de batalla es una invitación a salir de la comodidad y de la indiferencia. Entrar en el campo de batalla es entrar en el corazón del hombre para descubrir lo que el otro incluso no se atreve a enfrentar solo. Por eso la Iglesia posta de caminantes, hospital de campaña, no experimenta con los doloridos, sino que debe prepararse para entrar en la experiencia del dolor. “Sus servicios deben ser tantos cuantos dolores hay en nuestras zonas” dijo Mons. Novak. En la Iglesia que es hospital de campaña deben plantearse nuevos ministerios que acompañen las nuevas situaciones de dolor. La salida al campo de batalla son las periferias, las fronteras, los conflictos, la oscuridad y la noche. En la misma entrevista Francisco describe el estilo de los ministros que se necesitan: “deben ser personas capaces de caldear el corazón de las personas, de caminar con ellas en la noche, de saber dialogar e incluso descender a sus noches y su oscuridad sin perderse”. Tratar con la vida, curar heridas, y darle salud, será posible porque Dios derrama su Espíritu para la acción en el servicio y será entonces cuando el ministro pueda ser instrumento, y no obstáculo. El ministro debe “entrar en sus noches y oscuridad sin perderse”, es decir, no solo saber andar, sino también esperar. Deben tener la esperanza que supera toda derrota, porque no hay herida que Dios no pueda sanar: la más grande de la historia, la muerte y el pecado, ya han sido sanadas. No hay vida tan destrozada que no se pueda sanar, y creer en esa convicción será muchas veces la tarea más difícil, para el herido, y para el que sana. Se comienza a sanar cuando se encuentra una esperanza verdadera de salud. En latín salus es salud y salvación. La posta de caminantes se transforma en hospital de campaña cuando puede vivir y hacer vivir la alegría de la salvación.
Revisemos nuestro modo de hospedar y acercarnos al dolor de los peregrinos
¿Consideramos que la humanidad con la que nos encontramos puede estar herida? ¿Pensamos en la gravedad de esas heridas en el hombre concreto con el que nos encontramos? ¿Enfrentamos la herida de la crisis del hombre, que no encuentra sentido ni cómo vivir su humanidad? ¿Acompañamos las heridas que generan las presiones y exigencias desbordantes?
¿Cuáles son las heridas de la humanidad en la que vivimos? ¿Cuáles son las heridas que podemos tener los que miramos la realidad, con las cuales podemos estar condicionándola?
¿Enfrentamos las heridas que provocan el hombre reducido a economía y la cultura del descarte? ¿Atendemos las heridas de los ricos? ¿Atendemos las heridas de los pobres? ¿Qué hacemos frente a eso?
¿Enfrentamos la crisis de comprensión de Dios, que puede llevar a posturas críticas o negacionistas? ¿Cuáles son nuestras heridas como creyentes?
¿Abordamos las heridas presentes o preferimos hacer planes y proyectos futuros? ¿Sabemos preguntar a quien tiene una herida para ayudarlo en el camino de su curación? ¿Nuestro compromiso se traduce en obras concretas? ¿Nos formamos para acercarnos y acompañar distintas situaciones de dolor? ¿Acompañamos con esperanza al herido? ¿Sabemos brindarle esperanza?
Madre enséñanos a ser un pueblo y una Iglesia hospitalaria y acogedora, a hacer honor a nuestra misión de ser la posta, el descanso, el refugio, el auxilio, el ánimo que anima a los caminantes.
Este esquema es solo una propuesta, que puede adaptarse según convenga las circunstancias. La novena tiene distintos temas, que están acompañados por una cita bíblica. Tiene dos momentos, uno personal o comunitario de preparación para meditar el tema, y un segundo momento celebrativo en el templo. La propuesta sería:
Primer momento de preparación
Ponerse en presencia de Dios y Oración inicial a la Virgen del Buen Viaje.
Cita bíblica.
Reflexión y actualización del tema.
Preguntas para ir meditándolo en la propia vida personal y comunitariamente.
Segundo momento celebrativo
Ponerse en la presencia de Dios y Oración a la Virgen del Buen Viaje.
Cada día puede tener una intención especial.
Acción de gracias por algún fruto de la meditación del día.
Se puede seguir con el rezo del rosario, o con Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Oración de conclusión a la Virgen del Buen Viaje.
Día 5 Estética de la hospitalidad, o la posta que sabe hospedar belleza Mt. 11, 25- 30
La palabra estética deriva del griego aisthetikê, que significa ‘sensación’, ‘percepción’, y que deviene del sustantivo aisthesis, ‘sensibilidad’. Habitualmente lo estético se la asocia con lo bello, y desde la filosofía, la reflexión sobre la esencia y la percepción de la belleza. Podríamos decir que pensar estéticamente es descubrir como percibimos la belleza y que hace a alguien o algo bello. La contemplación y producción de lo bello está relacionado con el cultivo de los sentidos y la sensibilidad. Es un tiempo, aunque pueda sorprendernos, donde se ha descuidado la sensibilidad, por la falta de uso o saturación de los sentidos. Si todo lo que conocemos lo conocemos primero por los sentidos, nuestro conocimiento de la realidad puede ser cada vez más limitado. Algunos piensan el paso del “homo sapiens” al “homo insensatus”, porque al perder los sentidos, perdemos el sentido de las cosas, y en última instancia, el sentido de la vida. Desde este horizonte, tenemos la posibilidad de percibir y hospedar la belleza de alguien junto con el hospedar a alguien como acción bella. Ser hospedado es la posibilidad de revelar nuestra belleza y la belleza de que alguien me hospede. La inclinación hacia la belleza material no se condena. Es un comienzo necesario del movimiento de ascenso hacia lo bello en sí. La belleza no solo son los objetos materiales, sino también elementos psíquicos y sociales, caracteres y sistemas políticos, la virtud y la verdad. No se refiere únicamente a lo que agrada a los ojos y al oído, sino a todo lo que causa admiración y aprobación, lo que fascina o lo que gusta. Sin negar que un cuerpo sea bello, pero los pensamientos y las acciones son más hermosos que los cuerpos. Lo bello está más relacionado con la bondad moral que con el placer. Lo bello es bueno, pero más bello lo que es moralmente bueno. La belleza se manifiesta también cuando descubro algún aspecto de la verdad. Cuando frente a otro capto una novedad de su ser. Eso es un acontecimiento que da nueva luz, modificando nuestra relación con el mundo y nuestra comprensión de la realidad. La manifestación de la verdad es lo que diferencia lo bello de un simple agrado. Lo bello es poetizante, entendiéndolo como esa capacidad humana de imaginar mundos posibles que se expresan en discursos y acciones que buscan transformar el mundo. Lo bello permite ver algo más, como un resplandor, como un don gratuito. Si se desliga de la verdad, lo bello pasa a ser objeto, producto de consumo reducido a un mero “me gusta”. Esa bondad y verdad del otro mueven a querer incorporarlas en la propia vida. Cuando se llega a la belleza, se experimenta, por un lado, una carencia, una pobreza, que esa belleza pone de manifiesto. Por otro lado, una riqueza, un don que me puede enriquecer, expandir, complementar. Por eso, frente a lo bello uno quiere quedarse, demorarse, dar tiempo. Y quien no es capaz de hacerlo, no dará lugar a que la belleza avance sobre su vida. Quedarse en lo bello es salvarlo para que no se pierda. Salvando la belleza se salva al otro. Ante la presencia de la belleza, sentimos un llamado al que tenemos que responder, acercándonos. Responder es lo que nos saca del encierro de nosotros mismos. Lo bello no nos aquieta, sino que nos inquieta, nos libera de nuestra propia inmovilidad conduciéndonos a salir hacia el objeto que nos llama. De este modo, la corporalidad se vuelve refleja y deviene en carne vivida. Solo tocado por esa belleza descubro como repercusión o respuesta lo que llevo dentro. Sentirse a sí mismo no es un comienzo, es una respuesta al llamado de lo sensible de otro distinto de mí. Al encontrarnos con lo bello no es la posesión lo que se busca, sino la unión que genera vida. El ser humano no quiere perder lo bello. La pregunta que le surge es como hacerlo perdurar en el tiempo. Ante lo bello, uno no se comporta de forma pasiva y consumidora, sino de forma activa y generadora. En presencia de lo bello, el alma se ve impelida a engendrar por sí misma algo bello. La belleza no solo está asociada a la bondad y verdad, sino también al amor. La belleza está ligada al amor, porque la belleza está ligada a la fecundidad de la vida. El amor no es amor de lo bello, sino que es amor de la vida que se genera. El amor buscará que la belleza, que es bondad y verdad, permanezca y crezca. Como lo bello no es posesión, sino vinculación a otro, no se la puede sostener en el tiempo sin la fidelidad. No importa si el encuentro fue buscado o por azar, una vez que uno se vincula, vive en la fidelidad, se decide querer mantenerla. Significa justamente el pasaje de un encuentro azaroso a una construcción tan sólida como si hubiese sido necesaria. Porque una vez que la belleza marca mi vida, forma parte de mí, y ya no me entiendo sin ella. Cuando pensamos esa belleza relacionándola con Dios la llamamos estética teológica. Se trata de pensar nuestra amistad con Dios y lo que implica al aceptar el amor que nos ofrece. Esa vida la llamamos gracia. Dios como gracia es la belleza que cautiva, se dona, toma la iniciativa para la amistad y nos capacita para vivir en comunión. La gracia es la comunicación de la belleza de Dios al hombre. La gracia es una belleza que se comunica generosamente y que no puede ser controlada porque es desbordante. Por lo tanto, nunca podremos sentirnos dueños. No podemos exigir ni calcular. Sobrenatural será la estética que manifieste la más alta comunicación de Dios al hombre. Dios que es Trinidad, se comunicó en su Hijo Jesús, que nos dio vida muriendo y resucitando por nosotros. Captar ese bello misterio solo puede ser por gracia de Dios. Gracia en el entendimiento de una historia de salvación con una lógica de belleza de amor libre tan distinta y a la vez tan lejana a la humana como es la experiencia de la cruz. Frente a las posibilidades humanas y pasajeras de vida y amor, será la suprema belleza reconocer el amor libre de Dios que da vida eterna al hombre de forma absolutamente gratuita.
Madre enséñanos a ser un pueblo y una Iglesia hospitalaria y acogedora, a hacer honor a nuestra misión de ser la posta, el descanso, el refugio, el auxilio, el ánimo que anima a los caminantes.
Este esquema es solo una propuesta, que puede adaptarse según convenga las circunstancias. La novena tiene distintos temas, que están acompañados por una cita bíblica. Tiene dos momentos, uno personal o comunitario de preparación para meditar el tema, y un segundo momento celebrativo en el templo. La propuesta sería:
Primer momento de preparación
Ponerse en presencia de Dios y Oración inicial a la Virgen del Buen Viaje.
Cita bíblica.
Reflexión y actualización del tema.
Preguntas para ir meditándolo en la propia vida personal y comunitariamente.
Segundo momento celebrativo
Ponerse en la presencia de Dios y Oración a la Virgen del Buen Viaje.
Cada día puede tener una intención especial.
Acción de gracias por algún fruto de la meditación del día.
Se puede seguir con el rezo del rosario, o con Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Oración de conclusión a la Virgen del Buen Viaje.
Día 4 Jesús de Nazaret y los rasgos de santidad en su hospitalidad Lc. 7, 36-50
Recorriendo los evangelios, nos encontramos con un Jesús caminante que se encuentra con muchas personas. Muchas veces encontramos a Jesús siendo hospedado, pero en ningún momento encontramos que Jesús hospede en una casa. ¿Hospeda? ¿Dónde? Jesús no tenía una posta donde recibir, o por lo menos, no era lo que se quiso mostrar de él. Su “posta” era su mismo cuerpo: “no quisiste sacrificios ni ofrendas, pero me formaste un cuerpo” (Hb 10,5). En cada encuentro con los que se cruzaban en su camino, podemos ver la universalidad de su acogida, el vacío interior necesario para que otros puedan encontrar ahí su lugar único y sean engendrados en la fe, y finalmente, la inversión que, en ciertos casos, hace que el huésped recibido por Jesús sea quien lo reciba. Pero la hospitalidad de Jesús de Nazaret se orienta hacia la incondicionalidad cuando, aceptando hasta el final el riesgo de la vulnerabilidad y el posible cambio del amigo en enemigo, pone en juego “toda” su existencia. Por ejemplo: «El que me va a entregar es uno de los que mojan su pan conmigo en el plato” (Mt 26, 23). En este punto de inflexión su hospitalidad se revela como santa y su santidad como hospitalaria. La novedad de la forma en que Jesús vive en el mundo se caracteriza por un cierto tipo de relación, comprometida con aquellos que se encuentra inesperadamente, y por el efecto que resulta de ello. Lo original del hospedar de Jesús no está relacionado con un lugar, sino que él mismo se hace lugar, y lo hace para todos. En él se ve claramente como “Dios no hace acepción de personas” (Hch 10, 34). Lo universal, el “para todos” es lo que lo distingue de otras posibilidades humanas de hospedar. ¿Cómo logra Jesús hospedar de ese modo? Es un estilo de hospedar en el que se combinan tres aspectos. El primero es la integridad que tiene consigo mismo, en una unidad de pensamiento, palabra y acción, en el que no hay lugar para la mentira. El segundo es la capacidad de empatía, es decir, simpatía y compasión con los demás, sea quien fuera, la posibilidad de ponerse en el lugar del otro sin abandonar jamás el propio lugar. El tercero es el mantenimiento de estas dos actitudes frente al enemigo, lo que implica una nueva relación con la vida y con la muerte, tal como lo ritualiza la última cena. Esto es posible porque su hospedar esta sostenido por aquel a quien él llama “Abba Padre”. Su hospitalidad santa solo se dejó a sí mismo en el cuerpo y la sangre en la Eucaristía. No necesitó hacer escritos ni construir monumentos. Comprendemos hoy la hospitalidad de Jesús por los primeros cristianos que empezaron a escribir a partir de sus experiencias de hospitalidad radicales en su apertura y en referencia al amor de Dios como viviente en medio de ellos. La hospitalidad santa de Jesús se caracteriza por la capacidad de aprendizaje o desasimiento de si, y esto en beneficio de una presencia para “cualquiera sea”, aquí y ahora. Los relatos evangélicos nos muestran que cuando le toca hablar de sí mismo posterga constantemente la cuestión de su identidad, rehusándose a que sea fijada prematuramente. Actitud que es expresión de su singular capacidad para aprender de “todo aquel que venga”, así como de cualquier situación nueva que se le presente. De este modo crea un espacio de libertad a su alrededor y proximidad bienhechora a aquellos que vienen a su encuentro. Este espacio de vida les permite, por un lado, descubrir su propia identidad, y por otro, acceder al conocimiento del Señor a partir de lo que ya los habita en profundidad, y que súbitamente se expresa en un acto de fe. Fruto que Jesús sabe reconocer y valorar en el que está enfrente. Jesús de Nazareth es el Hijo de Dios. Suspender momentáneamente la cuestión de su propia identidad y anular los efectos sobrenaturales de su presencia, abren un espacio de amplitud y profundidad. Es ahí donde otros pueden designarlo e identificarlo, al mismo tiempo que se identifican en su propia ´unicidad´; y es justamente ahí, en ese espacio de vida, donde la ´misteriosa´ identidad del nazareno es capaz de atravesarlos. Lejos de ser una expresión de debilidad, el desasimiento de sí y su capacidad de aprendizaje, son más bien el signo de una autoridad o de una fuerza cuyo secreto es su concordancia consigo mismo. Irradia vida, pero con un resplandor, sin embargo, que no encandila, sino que se vuelve discreto, e incluso se desvanece en beneficio de “cualquiera sea”. La novedad, tal como emerge con Jesús, “re-encuadra” lo antiguo haciéndolo ver y escuchar de una manera nueva, lanzando así nuevamente la historia de una manera complemente diferente. Se trata de una manera “hospitalaria” de ubicarse en medio de los muchos modos de habitar un mismo mundo cotidiano y de situarse en relación con ellos. Encontrarse con el Nazareno, contemplarlo en su hospedar y experimentarlo confiadamente siendo hospedados hará que nuestra comprensión, experiencia y experimentar a otros pueda realmente llegar hasta los límites de la santidad.
Revisemos nuestra identificación con Jesús y el modo de vivir la hospitalidad como santidad
¿Podemos hospedar en el propio cuerpo, dar espacio interior para recibir y que crezca la vida del otro? ¿Puedo correrme y correr mis cosas para darle lugar? ¿Aceptamos recibir a todos, sin acepción de personas o ponemos condiciones de categoría de personas?
¿Buscamos la integridad, es decir, la coherencia entre el pensamiento, las palabras y las acciones? ¿Tenemos empatía para ponernos en el lugar de lo que está viviendo el otro? ¿Podemos frente al enemigo o traidor hospedar sin reclamarles nada, sostenidos por el amor del Padre?
¿Somos capaces de aprender de toda persona que se acerca? ¿Damos libertad y confianza para quien quiera acercarse? ¿Mi modo de hospedar se hace anuncio de Buena Noticia?
¿Damos espacio y tiempo para que surja la fe que ya habita en lo profundo del otro y que quizás aún no conoce o descubre? ¿Sabemos reconocerlo y valorarlo?
¿Podemos ser capaces de irradiar vida sin que eso encandile y que otros puedan hacer crecer sus vidas?
Madre enséñanos a ser un pueblo y una Iglesia hospitalaria y acogedora, a hacer honor a nuestra misión de ser la posta, el descanso, el refugio, el auxilio, el ánimo que anima a los caminantes.
Este esquema es solo una propuesta, que puede adaptarse según convenga las circunstancias. La novena tiene distintos temas, que están acompañados por una cita bíblica. Tiene dos momentos, uno personal o comunitario de preparación para meditar el tema, y un segundo momento celebrativo en el templo. La propuesta sería:
Primer momento de preparación
Ponerse en presencia de Dios y Oración inicial a la Virgen del Buen Viaje
Cita bíblica
Reflexión y actualización del tema
Preguntas para ir meditándolo en la propia vida personal y comunitariamente.
Segundo momento celebrativo
Ponerse en la presencia de Dios y Oración a la Virgen del Buen Viaje
Cada día puede tener una intención especial
Acción de gracias por algún fruto de la meditación del día
Se puede seguir con el rezo del rosario, o con Padrenuestro, Avemaría y Gloria
Oración de conclusión a la Virgen del Buen Viaje
Día 2 Hospitalidad, conversión y discipulado. Peligros de la posesión y la prisa Lc. 10, 38- 42
Para poder profundizar en el tema de la hospitalidad, nos conviene tener una posición de discípulos. Una cosa es pensar en hospitalidad, y otra distinta su ejercicio. Una cosa es pensar cómo puedo hospedar, y otra distinta es tener alguien enfrente para hacerlo, porque no siempre sabemos reaccionar o actuar de la mejor manera. En el Evangelio de Lucas encontramos una escena interesante para nuestro abordaje: el encuentro de Jesús con Marta y María (Lc 10, 38- 42). Allí vemos que el servicio puede tener dos dinámicas con leyes y criterios distintos: los que sirven desde las cosas de este mundo (= Marta); y los que sirven desde la voluntad de Dios (= María), que necesariamente lleva la experiencia de vida a la oración. Veamos estas dos dinámicas. Marta nos ilustra la primera dinámica. Podríamos decir que por Marta llegó Jesús a María, ella fue el instrumento de ese encuentro, y en ese sentido, un bien invalorable para su hermana. Pero no es suficiente, porque también Marta parece la dueña de la casa: es “su” casa. Ella puede invitar, recibir, o marginar. Sentirse dueño de un lugar es disponer a propio antojo de quien entra, sale o queda afuera. Tener posesión de un lugar puede llevarnos a creer que los otros también son posesiones de las que puedo apropiarme o descartar. Disponer de la casa puede llevarnos a disponer de vidas que no son nuestras. Y cuando queda ese modo de actuar, podemos aplicarlo también en lugares que no son nuestros. Marta cree que le está diciendo a Jesús una verdad de su modo de ser y actuar. Pero esa es una conclusión de lo que supone sin comprobarlo. Dice lo que le parece, sin pensar ni discernir. Pone en Jesús un problema (no te importa) cuando lo que expresa es su propio sentimiento (no me siento importante). A pesar de decirle Maestro, Marta se desubica y quiere enseñarle. Marta le da órdenes a Jesús (dile que me ayude) y espera que confirme su autoridad frente a María. Le dice a Jesús lo que tiene que hacer pensando qué es lo mejor para ella y para su hermana. Se pone a dar órdenes, en vez de obedecer. Puede mezclarse en ella el deseo de “servirlo mejor” con los sentimientos sobre su hermana a la que quiere dominar. En el nombre de Dios podemos hacer cosas que en realidad, solo son una justificación de nuestra fragilidad o pecado. Una buena causa, una mala motivación. Marta piensa que María está perdiendo el tiempo. Ella está en una dinámica de utilidad y producción, de hacer y ser eficiente, de acciones que se plasman en cosas visibles. Desde esa lógica, lo que María hace no tiene sentido y pierde el tiempo. Lo importante está haciéndolo ella. Y así va diciendo que es lo importante y que no, imponiendo sus leyes y criterios. Marta se agita y se preocupa. No se da cuenta de su estado interior, y es Jesús quien le hace de espejo. Podemos caer en el error de pensar que por estar en las cosas de Dios somos automáticamente espirituales. O creer que por hacer muchas cosas tenemos más fe. Buscando un aparente bien, que Jesús este cómodo en su casa, pierde su bienestar, su tranquilidad, su paz. En lugar de que el servicio dilate su corazón con actos de amor, termina encerrada en sus preocupaciones. Porque la pre-ocupación de sus pensamientos no deja lugar a la ocupación. Así pierde presencia y calidad de servicio. Marta necesita tener algo (la casa) y hacer algo (servir) para sentir que tiene derecho o méritos. Cree que se “ganó” la visita, que “le es debida” y no que Jesús pasa porque quiere. Marta piensa que tiene que ganarse o comprar el amor, si no tuviera nada, si no hiciera nada, ¿sería alguien capaz de aceptarla y amarla por lo que ella es? No conoce la libertad y gratuidad de Jesús para amarla por sí misma, antes e incluso más allá de lo que haga. Marta prefiere estar en las cosas de Jesús, y no con Jesús. En el fondo, Marta nos muestra como a veces preferimos quedarnos sirviendo a los demás y postergando nuestra relación personal con el Señor. El servicio también puede ser un entretenimiento o escape para no enfrentarnos con las cuestiones más profundas. Mirar hacia afuera, para no tener que mirar hacia adentro. El encuentro íntimo con Dios puede generarnos miedo o vergüenza, y podemos evitarlo compensándolo con otras cosas. En el fondo, el miedo más grande puede ser que al encontrarnos con Dios, nos encontremos con nuestra verdad. María representa la otra dinámica: “Sentarse a sus pies”. No es una actitud cómoda o descomprometida, sino al contrario. “Sentarse” requiere cortar el ritmo de lo que uno venía haciendo y ponerse a los pies del Maestro para ser formados y recibir conocimientos. Requiere renuncia, disposición y generosidad. “Sentarse” invita a mirar con atención, a contemplar, a ir más allá de los impulsos e instintos. Estar reaccionando siempre a cada impulso termina agotando y enfermando. Por eso, hay que purificar la concepción de que ser libre es hacer muchas cosas, que ser activo es producir en el exterior de uno y que eso automáticamente transforma positivamente la realidad. El Señor señala como la primera y mejor parte, no la única, la que elige María. “Sentarse” y dar tiempo ayuda a tomar conciencia y darnos cuenta frente a quien se está. El discípulo de Jesús se sienta alrededor de Él para recibir su enseñanza y para que arda su corazón con el conocimiento de Dios. No es una escucha pasiva, contemplar su Palabra debe ir transformándonos por la fuerza de su espíritu. El auténtico discípulo es aquel que no busca alimentar al Maestro empleando para ello una frenética actividad, sino aquel que se alimenta del Maestro sentándose a sus pies. María también tiene su fragilidad y pecado, sus preocupaciones, problemas e interrogantes, sus luchas interiores. Pero escucha, y es la mejor respuesta a la turbación del alma. ¿Por qué es importante escuchar la Palabra de Jesús? Quien no es capaz de darse tiempo y serenidad para sentarse “a los pies de Jesús” pone en peligro su identidad de discípulo por no escuchar a su Señor. Un discípulo no es tal por seguir sin reflexionar la dinámica impuesta por la vida, sino por darle dinámica evangelizadora a la vida. Los deseos (aún con la mejor voluntad) por transformar y evangelizar el mundo, sin la escucha frecuente y atenta del Señor, pueden terminar errando su objetivo y terminar construyendo los propios intereses y proyectos.
Revisemos la actitud de conversión en la Posta para poder hospedar como discípulos
¿Nos creemos dueños de los lugares imponiendo nuestros criterios? ¿Tratamos en las “casas” a los demás como si fueran objetos disponibles a nuestro antojo?
Cuando surgen conflictos, ¿planteamos nuestras hipótesis como si fueran la verdad absoluta? ¿Puedo discernir mi parte? ¿Pongo los problemas en el otro o reviso si no es parte de mi malestar?
¿Tenemos criterios de utilidad y producción, de efectividad como si fuéramos una empresa? ¿Estamos agitados y agobiados? ¿Qué hacemos frente a eso?
¿Es nuestro estar en la Iglesia y nuestras tareas un modo de intentar ganarnos el amor de Dios y de los demás? ¿Creemos que somos amados por nosotros mismos y no por lo que hagamos?
¿Dedico tiempo al encuentro personal con el Señor o me justifico diciendo que las tareas me quitan el tiempo? ¿Podemos sentarnos, es decir, cortar el ritmo frenético de las cosas para escuchar serenamente al Señor? ¿Podemos sentarnos para tomar conciencia de quien es el Señor para recibir y alimentarnos de su enseñanza?
¿Buscamos darle una dinámica evangelizadora a nuestra vida cotidiana?
Madre enséñanos a ser un pueblo y una Iglesia hospitalaria y acogedora, a hacer honor a nuestra misión de ser la posta, el descanso, el refugio, el auxilio, el ánimo que anima a los caminantes.
En la carta pastoral de navidad 2019 el obispo nos invitaba a pensar nuestra Iglesia de Morón como “posta de caminantes y descanso de los peregrinos”. Pero le da mayor énfasis cuando dice que debemos asumirlo como parte de nuestra identidad.1 No es la primera vez que habla del tema o se refiere a la Iglesia de Morón desde esa característica. Lo hizo apelando a fundamentos históricos2, con una lectura geográfica simbólica3, destacando que esta posta está íntimamente ligada a la Virgen4 y a los caminantes que pasan5 y desde donde se sale al encuentro evangelizador6. De todos esos aspectos, quisiéramos reflexionar especialmente sobre uno, respondiendo a la inquietud que él mismo nos plantea: “Se me ocurre que esto entraña otro desafío para esta Iglesia de la ermita, profundizar la hospitalidad”7. Para adentrarnos en “la posta” y el tema de la “hospitalidad de caminantes” haremos un recorrido con nueve senderos por los que podremos conocer, contemplar y profundizar en esa experiencia. Lo haremos sinodalmente, es decir, caminando juntos por estos senderos. No son los únicos, quizás tampoco los mejores. Y tal vez al transitarlos se descubran otros caminos que se puedan proponer. Lo importante, lo que más nos interesa, es que esa “posta” se llene de vida y sea vida para quienes la transiten. Con ese deseo e intención nos situamos como caminantes…
“Creo que otro de los desafíos que nos plantea hoy el Señor es el de asumir plenamente nuestra identidad de ser la Iglesia del camino, la posta de los caminantes. Lo cual implica que esta Iglesia sinodal, esta Iglesia de la escucha, esta Iglesia misionera y evangelizadora en salida, es también una Iglesia hospitalaria, acogedora, que levanta a los caídos, que es capaz de curar heridas, de consolar, de animar. La Iglesia de la ermita, la posta de los caminantes, ha de ser no solo nuestra Iglesia catedral, sino también toda esta Iglesia de Morón, Hurlingham e Ituzaingó que ha de asumir cada día más esta característica propia de la posta, ser el lugar donde se retoman las fuerzas para seguir caminando, el lugar donde renace la esperanza, el descanso de los peregrinos…”, MONS. VÁZQUEZ, J., Carta pastoral Navidad 2019. Y anteriormente lo resumía de este modo: “en este hecho fundamental se asienta nuestra identidad como pueblo: Morón ciudad del camino, posta de caminantes, donde la ermita de la virgen es nuestra referencia fundamental, tanto desde el punto de vista religioso como desde el civil”, MONS. VÁZQUEZ, J., Homilía en las fiestas patronales 2018. ↩︎
“Sabemos por la historia que Morón fue la primera posta del país, lugar de tránsito, donde se construyeron y se cruzaron los caminos de los primeros pobladores de nuestra patria” MONS. VÁZQUEZ, Homilía en la celebración de las fiestas patronales de nuestra señora del buen viaje 2018. “Iglesia del camino, con su histórica ermita que es la posta de los caminantes desde los albores de nuestra historia. En la ermita María del Buen Viaje escucha, acoge, anima, consuela al pueblo peregrino”. MONS. VÁZQUEZ,J., Homilía en la ordenación diaconal de Mariano Márquez. ↩︎
“Morón es como un monte que se eleva y nos eleva, es decir, nos dignifica… la catedral, casa de la Madre, casa de la Purísima del Buen Viaje, como podemos apreciar, está construida sobre una loma, como un monte que se eleva, como un faro de luz que orienta los caminos de la nueva evangelización, que guía a nuestra gente, al pueblo peregrino en el viaje de la vida, viaje cargado de profundo sentido”, MONS. VÁZQUEZ, J., Homilías patronales 2018. ↩︎
“La posta creció alrededor de una humilde ermita dedicada a la Purísima del Buen viaje”, MONS. VÁZQUEZ, J., Homilías patronales 2018. “Somos la Iglesia de la ermita, posta de los caminantes, donde la gente te venera como la Madre del Buen Viaje…” MONS. VÁZQUEZ, J., Homilía en la peregrinación a Luján 2019. ↩︎
“Somos posta de los caminantes: albergue donde se descansa y donde se encuentra alivio, lugar donde se recuperan las fuerzas para continuar la marcha, especialmente la gran peregrinación de la vida que nos conduce a la casa del Padre para celebrar la Pascua eterna. Somos albergue y tienda de campaña donde hospedar a tantos heridos, a tantos hombres y mujeres que están medio muertos tirados a un costado del camino”, MONS. VÁZQUEZ, J., Homilía en la misa crismal 2019. “Estamos llamados a ser albergue donde se descansa y se encuentra alivio, lugar donde se recuperan las fuerzas para continuar la marcha, especialmente en la gran peregrinación de la vida que nos conduce a la casa del Padre para celebrar la Pascua eterna. Somos tienda de campaña donde hospedar a tantos heridos, a tantos hombres y mujeres que están medio muertos y tirados a un costado del camino”, MONS. VÁZQUEZ, J., Homilía en la peregrinación a lujan 2019.↩︎
“Sabemos que la posta de Morón fue el espacio desde el que se gestó la primera evangelización de estas tierras”, MONS. VÁZQUEZ, J., Homilía en las patronales 2018. “Te pedimos madre que nos des el coraje para salir a los caminos y descubrir por donde transita nuestra gente, que salgamos al encuentro y que también seamos capaces de generar el encuentro, ser espacio de escucha y de libertad donde todos puedan abrir el corazón, compartir sus alegrías, sus dolores y sobre todo sus esperanzas”, MONS. VÁZQUEZ, J., Homilía en la peregrinación a Luján 2019. “Somos la iglesia del camino y lugar del cruce de caminos. Y esto implica para nosotros un desafío pastoral particular: es necesario hoy más que nunca salir a los caminos para descubrir por donde transita nuestra gente, es necesario salir al encuentro, es necesario generar encuentro”, MONS. VÁZQUEZ, J., Homilía en la misa crismal 2019. ↩︎
MONS. VÁZQUEZ, J., Homilía en la misa crismal 2019. ↩︎
Propuesta de oración para cada día
Este esquema es solo una propuesta, que puede adaptarse según convenga las circunstancias. La novena tiene distintos temas, que están acompañados por una cita bíblica. Tiene dos momentos, uno personal o comunitario de preparación para meditar el tema, y un segundo momento celebrativo en el templo. La propuesta sería:
Primer momento de preparación
Ponerse en presencia de Dios y Oración inicial a la Virgen del Buen Viaje
Cita bíblica
Reflexión y actualización del tema
Preguntas para ir meditándolo en la propia vida personal y comunitariamente.
Segundo momento celebrativo
Ponerse en la presencia de Dios y Oración a la Virgen del Buen Viaje
Cada día puede tener una intención especial
Acción de gracias por algún fruto de la meditación del día
Se puede seguir con el rezo del rosario, o con Padrenuestro, Avemaría y Gloria
Oración de conclusión a la Virgen del Buen Viaje
Día 1 La misión de la “posta” como santidad para la Iglesia universalEf. 2, 20-22
La “posta” es una Iglesia que está asociada a un lugar, que junto a todas las postas Iglesias locales, forman la única Iglesia universal. Cada iglesia local asume su riqueza particular y la ofrece al resto de las iglesias. “Católico” es una palabra que viene del griego: Kata (según) holos (totalidad). Así, somos católicos cuando buscamos vivir según la totalidad, de manera extensiva, cuando vamos a todos; intensiva, cuando asumimos todas las realidades. La Iglesia de Dios está fundada sobre apóstoles y profetas, sobre ministerios y carismas, es el cuerpo de Cristo que se edifica con la realización de todos sus miembros. Dios piensa a su Iglesia teniendo en cuenta a todos, y en la mutua edificación donde cada uno aporta a todos. Lo último que puede vivirse en la Iglesia es la autosuficiencia. Por eso, no está a la libre elección de cada uno la manera de entrega a la comunidad. Responder a la misión es el modo de vivir el proyecto de Dios. Descubrir, asumir y concretar la misión es el modo en el que hoy podemos decir que realizamos la santidad subjetiva (la vida de cada uno y como comunidad) y la santidad objetiva (aquella que se reconoce y propone públicamente como ejemplo). La Misión, entendida como la forma concreta de santidad que se nos da y exige nuestra respuesta, nos ayuda a no caer en el peligro de la autorreferencialidad perfeccionista. No es lo que se haga, ni cuanto se haga, con criterios mundanos de productividad. La santidad es cumplir la voluntad de Dios expresada en una misión concreta, es la realización libre de su designio amoroso. No es algo que se impone desde afuera anulando nuestro ser, sino todo lo contrario. Como dice Balthasar: “Nadie es en tanto grado él mismo como el santo, que se ajusta al plan de Dios y pone a su disposición su ser entero, su cuerpo, alma y espíritu”. Al trazar el plan, Dios cuenta con las fuerzas y posibilidades de cada uno. Si la misión surge del corazón de Dios, sólo él conoce la medida de nuestra santidad. A nosotros no nos toca la iniciativa, sino la respuesta. Nos toca confiar y dejarnos llevar por el llamado. “De la contemplación de la pura naturaleza de un hombre, no puede jamás deducirse que es lo que la gracia de Dios se propone con ella, ni la manera en que esa naturaleza habrá de entregarse… ni a qué idea de la santidad de Dios tendrá que acomodarse”. El que nos llama nos ama, y la santidad que surge en el bautismo nos invita a vivir como hijos amados de Dios que desarrollan su misión con y en medio de sus hermanos. La santidad objetiva, la que llamamos de los santos canonizados, es regalada por Dios a su Iglesia universal como imagen y ejemplificación del Evangelio en la vida diaria. Para los creyentes, es una nueva exposición del Evangelio, de aspectos que se revelan, enriquecen o que eran poco observados anteriormente. Por eso la existencia del santo es un fenómeno que encierra en sí una doctrina viva, fecunda y adaptada a la época que regalada por el Espíritu, no debe ser desatendida. Lo más importante en el santo es el aporte de misión o carisma a la Iglesia, donde lo que más se le reconoce y agradece es haber recibido y respondido a esa misión de la que es servidor. Lo iluminador no es la persona o comunidad, sino el testimonio de Dios en su vida. Lo valioso no es su acción heroica, sino la obediencia en la entrega personal a la misión. Si ser “posta de caminantes”, y dentro de ella la hospitalidad, es la misión de nuestra Iglesia de Morón, seremos santos en la búsqueda y respuesta del modo de vivir y ofrecer esa experiencia a todos.
Revisemos nuestra relación y pertenencia a la Iglesia y comunidad
¿Qué importancia tiene para nosotros la Iglesia local, es decir, la que se desarrolla en un espacio y tiempo concreto? ¿Me siento parte de ese lugar e historia? ¿Conozco sus características particulares?
¿Cómo podría conocerla más?
¿Se cuál es mi misión dentro de la comunidad y la llevo adelante para el bien de todos? ¿Rezo para que sea según la voluntad de Dios? ¿Valoro y se recibir las misiones de mis hermanos de comunidad?
¿Descubro y vivo mi santidad como una vocación, es decir, como un llamado del Llamante amante, del que me ama y quiere que haga presente su amor en el mundo?
Si la santidad es la expresión de un aspecto del Evangelio en el hoy que nos toca vivir, ¿Qué aspectos del Evangelio comprendemos y vivimos de tal manera que puedan ser luz para los demás?
¿Qué características tendría la santidad de una “Iglesia posta de caminantes” que hospeda a peregrinos?
Más de 500 niños de las comunidades parroquiales y educativas de la Diócesis de Morón nos encontramos junto a nuestro Obispo el padre Jorge Vázquez en el SEGUNDO ENCUENTRO DIOCESANO DEL OBISPO CON LOS NIÑOS.
El lema de este año fue «HIJO AQUÍ TIENES A TU MADRE» el encuentro se realizó en la Catedral de Morón el sábado 7 de septiembre de 2024 entre las 15 y las 17:30. En la Víspera de la Natividad de la Virgen el obispo celebró con los niños el cumpleaños de nuestra Madre!
Luego de darles la bienvenida en el colegio colegio Parroquial de Nuestra Señora del Buen Viaje fuimos en procesión hasta el monolito donde se conmemora la llegada de la Virgen a Morón. Allí, en una carreta, la Virgen nos esperaba y una narradora nos compartió la historia de su llegada hace más de 300 años.
Ya junto a la Virgen en su carreta nos dirigimos cantando a su casa de la Catedral. Allí nuestro Obispo nos compartió la palabra y bendijo a los niños que también lo bendijeron a él. Luego volvimos a la escuela y cantamos el cumpleaños apagamos la velita y compartimos una enorme torta.
Para finalizar las celebraciones los chicos realizaron unos hermosos corazones que le regalaron a nuestra Madre.
VOCAL LELOIR DIRECTORA: LAURA LEONELLI SOPRANOS: Nélida ALBORNOZ, Paula ARAGON, Silvia ATKINS, María Laura BONIFAI, Graciela DEBONI, Mariana BONIFAI, María José FERNETICH, Mayra MALDONADO. CONTRALTOS: Lucia BERTOLO, Norman FELMAN, María del Carmen MALLA, Amanda PISCUCCI, Antonella POCHINI, María Cristina POPP, Beatriz RIPAMONTI, Zeve de la Cruz SOTELO, Analía TENENBAUM. TENORES: Simón BRITO, Valentín PICCOLI. BAJOS: Roberto BONIFAI, Carlos QUERCETTI.
VOCAL LELOIR, comenzó en los talleres de canto que se dictan en el Centro de desarrollo La Torcacita dependiente de la Municipalidad de Ituzaingó. Lo integran vecinos de la zona y otras personas que han descubierto una vocación por el canto grupal. Motivado por los gustos y preferencias musicales de quienes participan se propone un repertorio folclórico y popular universal. Se ha presentado en distintos eventos culturales como actividad interactiva con escritoras, narradoras, artistas plásticos y otras/os colegas de la actividad coral en la región, en ciudad de Bs As, en San Pedro y en el encuentro “Miramar Canta”. Como parte de su actividad musical Vocal Leloir, participa activamente de los conciertos y capacitaciones organizadas por ADICORA (Asociación de Directores de Coro de la República Argentina). Este grupo es abierto a la comunidad, inclusivo y de libre participación. Desde el inicio de la actividad ha sido coordinado por Laura Leonelli, que se encarga de conducir las prácticas de canto y dirigirlo en sus presentaciones. Actualmente en Guitarra y como colabora Mariana Bonifai.
PROGRAMA VOCAL LELOIR Dir. Laura Leonelli 1-Inconsciente Colectivo Letra y Música: Charly Garcia. V.C: Liliana Cangiano 2-Barro tal vez Letra y Música: Luis Alberto Spinetta. V.C: Roberto Goldar 3-Universo paralelo Música: Nahuel Pennisi. V.C: Alfonso Paz Demasi 4-Carnavalito Quebradeño Letra y Música: Hnos. Ábalos. V.C: Liliana Cangiano 5-La Vieja Letra y Música: Hnos. Diaz y Oscar Valles. V.C: Roberto Goldar
CORAL DEL ENCUENTRO Director: Alejandro Fernández Cordaro SOPRANOS: ARBITT, Haydeé – BENSO, Silvia – BEVILACQUA, Adela CASARINO, Graciela – CERUSO, Graciela – ECHAVARRIA, Lía ETCHICHURY, Irene – FERREYRA, Susana – FONTAN VAZQUEZ, María – GALLERO, Nilda – GIANTURCO, M.Elena – PALETTA, Rosa PROFITI, Elizabeth – SARMORIA, Gretel MEZZOS: BONELLI, Patricia – DI MARCO, María Irma – FELIPE, Salvia GHIOTTI, Susana – GOMEZ, Claudia – IBAÑEZ LANDA, Elena LEHR, Ofelia – LOMBARDI, Lucía – MECCIA, Cristina – PAPPALARDO, Lucía – PISSAVINI, Delfina – REUS, Juana – REYNOSO, Mónica VENTRICE, Rosa – VERGARA, Nancy – WINIARCZYK, Ana María TENORES: BUSSETTI, Pedro – CUTULI, Francisco ETCHICHURY, Miguel – SANTURIO, Roberto – TESTA, María Elena BAJOS: ARCE, Damián – SARMORIA, Hernán
PROGRAMA CORAL DEL ENCUENTRO Dir. Alejandro Fernández Cordaro 1-Patio de la casa vieja R. Navarro V.C: A. F. Cordaro 2-El adiós A. Yupanqui/V. Heredia V.C: A. F. Cordaro 3-Guanuqueando R. Vilca V.C. H. Toledo 4-Las golondrinas J. Dávalos/E. Falú V.C: C. Caselli 5-A rodar mi vida Fito Páez V.C: C. Lagomarsino
CORO FEMENINO DE HURLINGHAM El Coro Femenino de Hurlingham, fue creado en el año 2012 por el Mtro Diego Alfredo Perez. Actualmente está conformado por 17 integrantes. En sus 10 años de trayectoria ha realizado conciertos en diversos espacios destacados como el Centro Cultural Leopoldo Marechal de la Municipalidad de Hurlingham, Primera Iglesia Evangélica Metodista de Bs As, Hall Central de la Facultad de Ingeniería de la UBA, Ciclo de Grandes Conciertos de la Facultad de Derecho de la UBA, Templo Escondido del Complejo Histórico Santa Felicitas, Iglesia San Francisco Javier, Catedral de Morón, Salón Azul del Honorable Senado de la Nación, entre otros centros culturales e iglesias de la ciudad de Hurlingham y alrededores. Junto al Coro Estable de la Municipalidad de Hurlingham participa en 2013 de la que fue su primera gira artística a la provincia de Misiones presentándose en las ciudades de San Ignacio e Iguazú; y en 2014 de “The Queen Project, una especie de mágia”, espectáculo de comedia musical basado en la obra de la banda de rock QUEEN, en el Teatro Helios de la Ciudad de El Palomar haciendo temporada de funciones a sala llena. Su segunda gira artística la realiza en 2015, a la provincia de Córdoba, ofreciendo conciertos en auditorios e iglesias de las ciudades de Bialet Massé, Cosquín, Villa Carlos Paz y Córdoba Capital. En 2016, tuvo a cargo la interpretación del Stabat Mater del compositor italiano Giambattista Pergolessi, junto a destacadas solistas y la Orquesta de Cámara del Municipio de Hurlingham, bajo la dirección del Mtro. Roberto Flores. Desde 2022, el Coro Femenino de Hurlingham se encuentra bajo la dirección de la Mtra Yamila Pereyra y el Mtro Rodrigo Duarte, y la técnica vocal a cargo de la Prof. Perla Hrynkiewicz, realizando su primera gira a la ciudad de Tandil en el mismo año. En el año 2023 participa del Encuentro Internacional de Coros Mar del Canto, en la ciudad de Mar del Plata junto con coros de Argentina, Uruguay y Colombia.
PROGRAMA CORO FEMENINO DE HURLINGHAM DIRECTORES: YAMILA PEREYRA Y RODRIGO DUARTE 1-Ubi Caritas Ola Gjeilo 2-Ave Verum Corpus F. Poulenc 3-La llorona José Barros – Arr. Julián Gómez Giraldo 4-Juana Azurduy Ariel Ramírez y Félix Luna – Arr. Marcelo Valva 5-Capullito de Alelí Rafael Hernández Marín – Arr. Milo Lagomarsino Adaptación Yamila Pereyra Guitarra: Patricia Pitzus. Percusión: Rodrigo S. Duarte.
Domingo 8° de Septiembre | 16,30 hs.
Coro Polifónico Nacional de Ciegos “CARLOS ROBERTO LARRIMBE” | ADICORA GBON
Acerca del Coro Polifónico Nacional de Ciegos Creado el 2 de febrero de 1947. Es una institución conformada en su totalidad por personas totalmente ciegas o con un nivel avanzado de disminución visual, que encuentran en esta actividad un medio estable de vida. Para ingresar al Coro Polifónico Nacional de Ciegos (C.P.N.C.) es imprescindible tener conocimientos musicales, un mínimo de técnica vocal y buen manejo de la escritura y de la musicografía Braille. El ingreso se efectúa a través de concursos que se realizan cuando hay necesidad de cobertura de vacantes. La modalidad de trabajo no difiere mucho de la de cualquier otro coro. Se ensaya todos los días, con sesiones de técnica vocal, ensayos parciales por cuerdas, y ensayos grupales. La única diferencia está dada en que los coreutas que integran el Coro trabajan con partituras escritas en notación Braille, para lo cual el Coro cuenta con un cuerpo de copistas. En la actualidad el Coro está conformado por el director, la preparadora vocal, el pianista, cuatro jefes de cuerda, 55 coreutas, 16 copistas, un dictante, una secretaria técnica puesta en escena y cuatro técnicos de maniobra escénicas de conciertos. Nuestro Coro fue fundado en el año 1947 por el maestro Carlos Roberto Larrimbe; desde entonces ha sido para los ciegos argentinos y de países limítrofes, el medio idóneo para el desarrollo artístico de los mismos además de ser una fuente de trabajo digna para quienes quisieran hacer de la música su medio profesional, constituyéndose en un patrimonio único en el mundo, verdadero orgullo nacional.
Elenco del Coro Polifónico Nacional de Ciegos SOPRANOS Camila Acánfora Greco Ma. Ángeles Asensio Ma. Lucía Blacich Marcela Di Fonzo Silvia Fiori Ma. Lourdes Flügel Fàtima Garro Carla Mangiapani Inés María Masciottra Mariana Moreno Marianela Rusconi Lucía D. Salazar Duque Sofía Savoy CONTRALTOS Tulio P. Fiorentino (*)
Celia B. Chavez
Verónica Funes
Mirta Noel Lezcano
Olga Llano
Mabel Mirás
Eric Román Montenegro
Nancy Muñoz
Morena Pereira España
TENORES
Anselmo Ferreyra (*) Julio Arce Héctor Bidave Aldo Sergio Cavallo Andrés Graf Emanuel Groh Facundo G. Momo David Morales Leonardo Novarini Alejo G. Páez Lubert A. Pulval Jiménez Nicolás Raventos BAJOS Sebastián Luna (*) Ignacio Alegre Hernán Anguita Alejandro Castelau Emanuel Cortés Roberto Donikian Héctor Estévez Matías Faillace Oscar García Alejandro L. Luna Kevin Órdenes Javier Podestá Angel Selliti Raúl Villalba
(*) Jefes de cuerda
COPISTAS Marcela Baglietto Lucía J. D’Abramo Diego Fernández de la Puente Graciela Fernández de la Puente Miguel Fernández Carlos García Nancy González Patricia Griro Sandra Günther Fernando López Vilela Graciela Ocampo Sandra Viccichi Osvaldo Manzanelli (Director) Abel Ghelman (Pianista Acompañante) Paula Acho (Dictante) Cristina Veltri (Tec. Sup. Puesta en escena) Alejandro Molina (Asist. De Dirección) Alejandra Ronchi (Tec. De maniobra esc. de concierto) Morales Leandro (Tec. de maniobra esc. de concierto) Morales Raúl (Tec. de maniobra esc. de concierto) Darío Méttica (Tec.de maniobra esc. de concierto) Rolando Rodríguez (Asist. Mantenimiento- Gestoría) Beatriz Machado (Tec. de maniobra esc. de concierto)
Programa: ● Locusiste (“Este lugar”) de Anton Bruckner (Austria 1824- 1896) ● Misa en Mib a Doble Coro deJosef Rheinberger (Alemania 1839-1901) Kyrie Gloria ● Alleluia de Jake Runestad (Estado Unidos, 1986) ● Jubilate deo (“Alabad al Señor”) de Ko Matsushita (Japón 1962) ● Yourise me up de Rolf Lovland (Noruega, 1955)/ Brendan Graham (Irlanda 1945) Solistas: Carla Mangiapani- Lourdes Flügel ● Puñuna de Juan Camilo Stafforini (Argentina, 1975) Solista: Lucía Salazar ● ¿Qué diría? de Juan Camilo Stafforini (Argentina, 1975) ● Oiga compae de César Alejandro Castillo (Venezuela, 1956)
Domingo 15 de Septiembre | 16,30 hs.
Concierto 68° Aniverario | Coral Femenino de San Justo
CORO FEMENINO DE SAN JUSTO DIRECTOR: Roberto Saccente
CORO DE EGRESADAS DEL FEMENINO DE SAN JUSTO DIRECTOR: Gregorio G. Freitas
Domingo 29 de Septiembre | 16,30 hs.
Concierto 75° Aniversario | Conservatorio de Música de Morón «Alberto Ginastera»
ORQUESTA SINFÓNICA ALBERTO GINASTERA DIRECTORES: Sebastián Tellado y Matías Bulgarelli
ORQUESTA ESCUELA DE LOMAS DE MARILÓ DIRECTOR: Miguel Magud
«Hoy despedimos a un grande. Raúl era un grande, un grande a partir de la sencillez que nos enseñó, realmente, a ser curas. Él llevaba la alegría de Jesús en el corazón», palabras de despedida de Monseñor Jorge Vázquez, Obispo de Morón
Monseñor Raúl Roberto Trotz murió el jueves 11 de julio a los 82 años en la ciudad de Morón, donde la noche del miércoles fue internado luego de sufrir un paro cardiaco que superó en la Clínica Modelo.
Los restos del sacerdote, antiguo párroco de la catedral Inmaculada Concepción del Buen Viaje y comprometido con las causas sociales y de los derechos humanos, fueron velados en la parroquia Nuestra Señora de las Flores de Morón.
La mañana del viernes 12 de julio fueron trasladados a la catedral, donde el obispo de Morón, monseñor Jorge Vázquez, presidió la misa exequial. La posterior sepultura será en la ermita de Nuestra Señora del Buen Viaje.
Un pastor comprometido Monseñor Trotz nació en Buenos Aires el 10 de enero de 1941. Tras finalizar sus estudios en el seminario, fue ordenado sacerdote el 14 de agosto de 1966. Estuvo al frente de varias parroquias del antiguo territorio diocesano moronense: Nuestra Señora del Carmen (Ramos Mejía) y Sagrada Familia (Haedo).
En 1988 el entonces obispo Justo Oscar Laguna lo nombró párroco de la catedral basílica, misión pastoral que ejerció hasta el año 2016. El siguiente obispo diocesano, Mons. Luis Guillermo Eichhorn lo nombró luego al frente de la parroquia Virgen de las Flores de Morón, su último destino pastoral.
Identificado y comprometido con los valores del Concilio Vaticano II, además de su tarea pastoral se destacó por su actuación en las causas sociales y de derechos humanos, lo que llevó a que en 2017 el Concejo Deliberante de Morón lo declarara Ciudadano Ilustre.
En 2018 monseñor Vázquez lo nombró párroco emérito de la catedral en reconocimiento a su labor destacada al frente de la casi tricentenaria parroquia moronense.
“El Padre Raúl”, como se lo conocía, fue guía espiritual y consejero en el distrito durante más de 30 años. Destacado por su labor, consejos, acompañamiento con los que más necesitan, por su calidez y experiencia de vida.
Fue vicario general de la diócesis, vicario diocesano de la Cultura, titular del Departamento diocesano de Cultura, director del Museo de la Catedral, asesor nacional de la Liga de Madres de Familia, presidente de la Fundación Monseñor Oscar Vicente Vetrano y miembro del Consejo de la Fundación Universidad de Morón, lugares que lo llevaron a participar de seminarios, congresos, charlas y exposiciones.
De una lúcida visión de la realidad, volcó su pensamiento en escritos y artículos, que lo llevaron a ser un hombre de consulta y protagonista de entrevistas radiales y televisivas.