Madre enséñanos a ser un pueblo y una Iglesia hospitalaria y acogedora, a hacer honor a nuestra misión de ser la posta, el
descanso, el refugio, el auxilio, el ánimo que anima a los caminantes.(Mons. Jorge Vázquez, Homilía fiestas patronales 2018)
Propuesta de oración para cada día
Este esquema es solo una propuesta, que puede adaptarse según convenga las circunstancias. La novena tiene distintos temas, que están acompañados por una cita bíblica. Tiene dos momentos, uno personal o comunitario de preparación para meditar el tema, y un segundo momento celebrativo en el templo. La propuesta sería:
- Primer momento de preparación
- Ponerse en presencia de Dios y Oración inicial a la Virgen del Buen Viaje.
- Cita bíblica.
- Reflexión y actualización del tema.
- Preguntas para ir meditándolo en la propia vida personal y comunitariamente.
- Segundo momento celebrativo
- Ponerse en la presencia de Dios y Oración a la Virgen del Buen Viaje.
- Cada día puede tener una intención especial.
- Acción de gracias por algún fruto de la meditación del día.
- Se puede seguir con el rezo del rosario, o con Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
- Oración de conclusión a la Virgen del Buen Viaje.
Día 5
Estética de la hospitalidad, o la posta que sabe hospedar belleza
Mt. 11, 25- 30
La palabra estética deriva del griego aisthetikê, que significa ‘sensación’, ‘percepción’, y que deviene del sustantivo aisthesis, ‘sensibilidad’. Habitualmente lo estético se la asocia con lo bello, y desde la filosofía, la reflexión sobre la esencia y la percepción de la belleza. Podríamos decir que pensar estéticamente es descubrir como percibimos la belleza y que hace a alguien o algo bello. La contemplación y producción de lo bello está relacionado con el cultivo de los sentidos y la sensibilidad.
Es un tiempo, aunque pueda sorprendernos, donde se ha descuidado la sensibilidad, por la falta de uso o saturación de los sentidos. Si todo lo que conocemos lo conocemos primero por los sentidos, nuestro conocimiento de la realidad puede ser cada vez más limitado. Algunos piensan el paso del “homo sapiens” al “homo insensatus”, porque al perder los sentidos, perdemos el sentido de las cosas, y en última instancia, el sentido de la vida.
Desde este horizonte, tenemos la posibilidad de percibir y hospedar la belleza de alguien junto con el hospedar a alguien como acción bella. Ser hospedado es la posibilidad de revelar nuestra belleza y la belleza de que alguien me hospede.
La inclinación hacia la belleza material no se condena. Es un comienzo necesario del movimiento de ascenso hacia lo bello en sí. La belleza no solo son los objetos materiales, sino también elementos psíquicos y sociales, caracteres y sistemas políticos, la virtud y la verdad. No se refiere únicamente a lo que agrada a los ojos y al oído, sino a todo lo que causa admiración y aprobación, lo que fascina o lo que gusta. Sin negar que un cuerpo sea bello, pero los pensamientos y las acciones son más hermosos que los cuerpos. Lo bello está más relacionado con la bondad moral que con el placer. Lo bello es bueno, pero más bello lo que es moralmente bueno.
La belleza se manifiesta también cuando descubro algún aspecto de la verdad. Cuando frente a otro capto una novedad de su ser. Eso es un acontecimiento que da nueva luz, modificando nuestra relación con el mundo y nuestra comprensión de la realidad. La manifestación de la verdad es lo que diferencia lo bello de un simple agrado. Lo bello es poetizante, entendiéndolo como esa capacidad humana de imaginar mundos posibles que se expresan en discursos y acciones que buscan transformar el mundo. Lo bello permite ver algo más, como un resplandor, como un don gratuito. Si se desliga de la verdad, lo bello pasa a ser objeto, producto de consumo reducido a un mero “me gusta”.
Esa bondad y verdad del otro mueven a querer incorporarlas en la propia vida. Cuando se llega a la belleza, se experimenta, por un lado, una carencia, una pobreza, que esa belleza pone de manifiesto. Por otro lado, una riqueza, un don que me puede enriquecer, expandir, complementar. Por eso, frente a lo bello uno quiere quedarse, demorarse, dar tiempo. Y quien no es capaz de hacerlo, no dará lugar a que la belleza avance sobre su vida. Quedarse en lo bello es salvarlo para que no se pierda. Salvando la belleza se salva al otro.
Ante la presencia de la belleza, sentimos un llamado al que tenemos que responder, acercándonos. Responder es lo que nos saca del encierro de nosotros mismos. Lo bello no nos aquieta, sino que nos inquieta, nos libera de nuestra propia inmovilidad conduciéndonos a salir hacia el objeto que nos llama. De este modo, la corporalidad se vuelve refleja y deviene en carne vivida. Solo tocado por esa belleza descubro como repercusión o respuesta lo que llevo dentro. Sentirse a sí mismo no es un comienzo, es una respuesta al llamado de lo sensible de otro distinto de mí.
Al encontrarnos con lo bello no es la posesión lo que se busca, sino la unión que genera vida. El ser humano no quiere perder lo bello. La pregunta que le surge es como hacerlo perdurar en el tiempo. Ante lo bello, uno no se comporta de forma pasiva y consumidora, sino de forma activa y generadora. En presencia de lo bello, el alma se ve impelida a engendrar por sí misma algo bello. La belleza no solo está asociada a la bondad y verdad, sino también al amor. La belleza está ligada al amor, porque la belleza está ligada a la fecundidad de la vida. El amor no es amor de lo bello, sino que es amor de la vida que se genera. El amor buscará que la belleza, que es bondad y verdad, permanezca y crezca. Como lo bello no es posesión, sino vinculación a otro, no se la puede sostener en el tiempo sin la fidelidad. No importa si el encuentro fue buscado o por azar, una vez que uno se vincula, vive en la fidelidad, se decide querer mantenerla. Significa justamente el pasaje de un encuentro azaroso a una construcción tan sólida como si hubiese sido necesaria. Porque una vez que la belleza marca mi vida, forma parte de mí, y ya no me entiendo sin ella.
Cuando pensamos esa belleza relacionándola con Dios la llamamos estética teológica. Se trata de pensar nuestra amistad con Dios y lo que implica al aceptar el amor que nos ofrece. Esa vida la llamamos gracia. Dios como gracia es la belleza que cautiva, se dona, toma la iniciativa para la amistad y nos capacita para vivir en comunión. La gracia es la comunicación de la belleza de Dios al hombre. La gracia es una belleza que se comunica generosamente y que no puede ser controlada porque es desbordante. Por lo tanto, nunca podremos sentirnos dueños. No podemos exigir ni calcular.
Sobrenatural será la estética que manifieste la más alta comunicación de Dios al hombre. Dios que es Trinidad, se comunicó en su Hijo Jesús, que nos dio vida muriendo y resucitando por nosotros. Captar ese bello misterio solo puede ser por gracia de Dios. Gracia en el entendimiento de una historia de salvación con una lógica de belleza de amor libre tan distinta y a la vez tan lejana a la humana como es la experiencia de la cruz. Frente a las posibilidades humanas y pasajeras de vida y amor, será la suprema belleza reconocer el amor libre de Dios que da vida eterna al hombre de forma absolutamente gratuita.
Oración Día 4